Dirigida por Rainer Werner
Fassbinder
©Aníbal Ricci
©Aníbal Ricci
«En el amor y en la guerra todo vale», manida
frase que parece justificar los acontecimientos de esta magnífica película.
Supondrá tiempos violentos y esporádicos, como queriendo decir que la guerra y
el amor no pueden prolongarse por demasiado tiempo.
Las ruinas de la guerra son testigo de una
Alemania sin hombres, lugar ocupado por soldados norteamericanos, que acuden a
clubes nocturnos exclusivos. Las mujeres son las encargadas de sacar al país
adelante, aun cuando deban hacerlo a costa de explotar sus atributos sexuales.
El sacrificio de la mujer es presentado como una
alegoría del «milagro alemán» que levantó al país con posterioridad a la
guerra. La mujer paga por los servicios prestados por sus maridos al ejército
alemán, pero también los platos rotos de una derrota ominosa.
Entre líneas, hay culpa por los excesos
cometidos por los alemanes y, a su vez, una representación del orgullo nacional
derrotado durante la Segunda Guerra Mundial.
Ya no existe dignidad en el pueblo alemán y
las mujeres deben asumirlo. «Es una mala época para los sentimientos», expresa
Maria Braun, y esa frase es su única vía de escape. Debe surgir económicamente
para el bienestar económico de su familia, con el pretexto de que lo hace para
recibir a su marido cuando vuelva de la batalla. En lenguaje de prostituta,
ella no da besos en la boca, no se permite amar a otro hombre que no sea su
marido, aun cuando el orden moral ya no le interese demasiado. Los tiempos de
guerra dejan fuera al amor y la protagonista se va convirtiendo en una cínica
mujer que utiliza su belleza para cumplir sus objetivos, pero que separa el
trabajo del placer. En realidad, brinda placer a cuentagotas, en la medida que
va obteniendo favores laborales. Al comienzo, una víctima superando la adversidad,
pero luego, una mujer ambiciosa de poder y dinero, aunque ninguno de los dos
signifique nada para ella. Les da una connotación romántica, pero ella misma no
cree en ese discurso idílico.
La guerra terminó hace años, pero arrasó con
cualquier posibilidad de amor. La protagonista (y el país) evidencian un
calculado progreso económico a costa de las apariencias. Maria Braun se compra
una lujosa casa para aguardar el regreso del marido, que sólo representa un
antiguo mito de amor, contado una y mil veces por una mitómana irremediable. En
la radio se escuchan los goles con que Alemania venció a Hungría en el mundial
de fútbol de 1954, hazaña deportiva que los situaba nuevamente en la cúspide,
como un espejismo que pretendía ocultar la verdad de un pueblo devastado.
La protagonista (y el país) evidencian un calculado progreso económico a costa de las apariencias. Maria Braun se compra una lujosa casa para aguardar el regreso del marido, que sólo representa un antiguo mito de amor, contado una y mil veces por una mitómana irremediable.
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