(crónica)
ILUSIÓN
por Aníbal Ricci
El mediodía me encuentra viajando en el tren subterráneo. Percibo emociones de otros pasajeros con la mirada perdida en el horizonte. La angustia me embarga. El carro no transporta personas sino problemas insolubles, un cúmulo de malas decisiones tomadas en horas y lugares equivocados. El aire denso entra en mis pulmones y la energía fluye a través de mi sistema nervioso. Es un reflejo automático que envuelve todo el vagón en una espiral. Todo sería más placentero si estas personas pudieran acceder a la mejor versión de sí mismas. El sufrimiento parece innecesario; debieran enfocarse en nuevos puntos de vista. Al lado viaja una chica con una mochila. Debe ser estudiante de alguna universidad. Va leyendo unos apuntes y se vuelve más hermosa a cada instante. No sólo adquiere conocimientos, sino que su rostro refleja sabiduría. Deja el cuaderno de lado y regresa en el tiempo. Me conduce a la misma habitación y disfruto de su desnudez. Los labios se funden en un ritual desquiciador que no acaba nunca. Quiero conectarme a su matriz y olvidarme de bacterias y virus. Su mirada atraviesa el vidrio del vagón. Entramos en un túnel y los tubos fluorescentes son el único vestigio que ilumina ese paso obsesivo, casi esquizofrénico, por conquistar los secretos que me recuerdan a la María Iribarne de Sábato. Vuelve a abrir su cuaderno y me transporto a una sala de cine. Apenas distingo unas siluetas oscuras. La película me hace pensar en la esperanza de los seres humanos, no una cualquiera sino la esperanza de las multitudes. A nadie parece interesarle que sea una ilusión, lo importante es que la racionalidad siga oculta para las masas. Habrá que mantenerlos desconectados de la realidad para dejar crecer la esperanza. No quiero vivir en un futuro incierto, quiero evolucionar y expandir mi consciencia. Deseo cambiar mi sistema de creencias, pero requiero evaluar las reglas sociales que me sirven y no dejarme influir por las otras. Simplemente elijo, sin necesidad de destruir el mundo anterior. Lo importante es aquello que puedo cambiar, el resto es sólo información fuera del alcance de mis decisiones.
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