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VOLVER (2006)

Dirigida por Pedro Almodóvar

©Aníbal Ricci

 

La película rápidamente plantea la temática del acoso sexual al interior de la familia. Raimunda se encuentra con su marido muerto y la explicación es que su hija Paula lo ha ultimado con un cuchillo en la cocina.

 

Más adelante entenderemos la razón de por qué se echa la culpa. Comprende de inmediato a su hija, limpia el desastre y esconde el cuerpo de Paco en un congelador.

 


Almodóvar aborda este suceso violento con total naturalidad, como si las mujeres se vieran enfrentadas a diario a este tipo de abusos. Raimunda nació en una comunidad de La Mancha, pero ahora vive en Madrid. La tía Paula recientemente ha fallecido en su pueblo natal y no puede acudir el entierro por razones obvias.

 

El director alude a la tierra de El Quijote mostrando modernas hélices eólicas. Es una región apacible y al cortejo ha asistido todo el pueblo. Luego del funeral, a la hermana de Raimunda se le aparece el fantasma de Irene. La madre se había escondido hasta Madrid en el maletero del auto. Sole cree que su madre ha vuelto a la vida para arreglar temas inconclusos.

 


Agustina les comunicó la muerte de tía Paula, pero ahora ha viajado a Madrid para operarse de un cáncer. La visita Raimunda y Agustina parece desvariar al pedirle que le pregunte a Irene por el destino de su madre.

 

Irene supuestamente murió en un incendio y Raimunda se entera de que la madre de Agustina era la amante de su padre. La petición no parece tener sentido, pero cuando acude a la peluquería de Sole descubre a Irene debajo de la cama.

 


La escena de Carmen Maura escondiéndose es muy emotiva. Sobrecoge la atmósfera fantástica que ha creado Almodóvar. Irene le confesará a Raimunda que encontró a su padre engañándola y prendió fuego a los amantes.

 

En esos días también se escondió y no confesó el crimen. En el pueblo creyeron que la madre de Agustina se había marchado como otras veces y confundieron el cuerpo quemado con el de Irene.

 


En esa región manchega todos se conocen, viven de los chismes e inventan historias de fantasmas. Algunos verán a Irene deambular por las calles y la explicación más lógica es que su alma sigue vagando por el pueblo.

 

Ser un fantasma será la forma adecuada para ayudar a la familia. Primero fue la tía Paula y ahora se materializará frente a Agustina para cuidar de esta última. Irene siente que es su obligación por haber asesinado a su madre, una vuelta de mano también por haber cuidado de la tía Paula.

 

 

Como fantasma ha regresado al pueblo y la casa de Agustina será su nueva morada. Le confiesa a Raimunda que se enteró que el padre abusaba de ella y que su hija Paula es también su hermana.

 

Estos acontecimientos ocurren en este pueblo donde todo parece tener explicaciones inverosímiles. Raimunda culpó por años a su madre y ahora abraza a Irene ante la confesión de que mató al esposo, en realidad no fue por los celos sino por el daño que le hizo a su hija.

 


Raimunda irá a visitar a su madre por las noches y a futuro le contará la historia de cómo se deshizo del cuerpo de Paco. Reencuentro y perdón de estas dos mujeres que creían que la muerte las había separado para siempre.

 

Almodóvar nos brinda una historia provinciana de gran humanidad. Un delicioso manto de encanto lo cubre todo. Penélope Cruz antes de regresar al pueblo, se ocupará de administrar un restorán y en la despedida de los comensales interpretará Volver, el tango de Carlos Gardel, pero esta vez en clave flamenca. Letra que anticipará el retorno de la madre, ese dulce recuerdo que llorará otra vez.

 


Historia donde los muertos serán olvidados, hombres que hicieron sufrir a sus mujeres. Ellas salieron adelante gracias a las supersticiones y nunca enfrentaron la justicia, acaso porque sus actos radicales eran la única forma de proteger a sus hijas.

 

¿Cómo puede haber ternura tras un reguero de muertes? Mérito del guion y de la sensibilidad de Pedro Almodóvar para presentarnos esta historia de crímenes como un acto de amor. Ya había tocado el tema en Hable con ella (2002) y en esa ocasión la violación era interpretada como un acto de vida.

 

 

 

 

 

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