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LA IGLESIA DE LA SALVACIÓN (2017)

Dirigida por Paul Schrader

 

 ©Aníbal Ricci

 Publicada en Revista Occidente N°520 Septiembre 2021

Filme dirigido y guionizado por Paul Schrader, el mismo que puso al volante a Travis Bickle, el taxista subnormal que mediante la violencia quería depurar al mundo de la degradación moral (Taxi Driver). Era una especie de fanático que interpretaba los designios de Dios y se sentía autorizado a no respetar las leyes.

 

Esta nueva cinta de Schrader despliega otro discurso crítico respecto del lugar de la Iglesia y su connivencia con el dinero. Supuestamente busca la salvación de las almas, cuando en realidad se vende al diablo cada vez que silencia su voz tras cada donación de empresarios que permiten erigir sus templos.

 

El reverendo Ernst Toller está a cargo de la primera Iglesia Reformada, que es parte de una organización estadounidense llamada Vida Abundante. Verdadera empresa, de hecho, la Iglesia Reformada opera como un museo que vende souvenirs a turistas.

 

 

El discurso de consagración de la pobreza, predicado por Cristo, no atrae a feligreses y la Iglesia del reverendo subsiste sólo gracias a las donaciones de los industriales de la zona.

 

El apartado estético es muy importante. Desde un primer momento se muestra un templo pintado enteramente de blanco enclavado en medio de la oscuridad, metáfora perfecta de la desconexión de la Iglesia respecto del mundo real.

 

La mayor parte de la cinta está construida en base a planos fijos, que muestran la soledad del templo, los árboles desnudos y un cementerio sin visitantes. Prevalecen los tonos grises en medio de un paisaje invernal. Hay austeridad compositiva en dichos planos, un homenaje al cine de Carl Theodor Dreyer, internándose también en los misterios de la religión.

 


La voz en off, mientras el reverendo escribe en un diario, muestra el conflicto interno del párroco, no sólo con la religión sino también contra el mundo contaminado de los humanos. Sus primeras impresiones suceden después de entrevistar a Michael, el marido de una asidua visitante de la parroquia.

 

Michael es un activista que lucha contra el cambio climático. No quiere traer al mundo al hijo que Mary lleva en su vientre.

 

Ernst Toller observa la vida como una lucha entre la esperanza y la desesperanza. Escribe a mano que la desesperación es una muestra de orgullo al no darle chance a Dios de superar el caos. Michael se manifiesta agobiado y Mary encontrará en el garaje vestigios de ese otro conflicto interno.

 

Michael detona en el reverendo una concientización del problema ambiental. Mary (encarnación de la madre de Jesús) también es activista, pero quiere vivir y traer su hijo al mundo.

 

 

Toller oculta los objetos de Michael luego de su muerte, de alguna forma no quiere desprestigiar su causa ecológica. El reverendo tampoco entiende a la juventud que se expresa a través de las redes sociales, donde descargan la violencia que provoca el consumo de pornografía y videojuegos.

 

Ernst no está de acuerdo con el extremismo de los jóvenes, pero en cambio, en una decisión igualmente extremista, participa de una ceremonia para esparcir las cenizas de Michael, vertiéndolas en las aguas contaminadas de una instalación portuaria abandonada. Representa un rito macabro en el que se mezcla religión con reclamaciones medioambientales, mezcla explosiva que exacerba el fanatismo de ese manifiesto político.

 


Edward Balq, cuyas Industrias se dedican al negocio de energía generado por combustibles fósiles, le pide a Toller que no interfiera en la ceremonia de consagración de la Iglesia Reformada que cumple 250 años desde su construcción. El empresario es el sustento económico de Vida Abundante y por lo tanto quiere imponer su punto de vista por sobre la Iglesia y en cierta forma desea convertirse en su portavoz. Además de ser el principal donante, ha aportado los recursos para arreglar el órgano del templo y celebrar como corresponde esos 250 años, una muestra de como interviene el poder del dinero sobre los designios de Dios y de la propia Iglesia Reformada.

 

En un giro estético, el filme de Schrader intercala una secuencia llena de esperanza. Vemos a Mary y a Ernst paseando despreocupados en sus bicicletas. El invierno ha cedido y el color se ha apoderado de los pastizales. Mary posee un aura virginal (muy al estilo Dreyer) y la cámara enfoca la copa de los árboles contrastadas contra un cielo luminoso. Este segmento pretende encontrar el lugar del amor dentro del caótico mundo de los humanos.

 

Pero antes el guionista había puesto en boca del suicida que, en el año 2050, el hijo de Mary tendría la edad de Cristo al morir, por ende, el futuro de la humanidad se vislumbra como un mundo sin destino. El reverendo ora con Mary, se toman de las manos y abrazan la causa de Michael, que también es la de su esposa: salvemos al planeta.

 


Ernst se ha vuelto un creyente de la causa ambiental y en su fanatismo pretende inmolarse en la ceremonia de consagración del templo. Este hombre de Dios, que ofrendó unas palabras por un suicida, ahora está dispuesto a utilizar los explosivos de Michael para acabar con todo lo que representa Vida Abundante, esto es, el desprecio por la creación de Dios.

 

Ernst orina sangre, el cáncer lo está consumiendo, al igual que el planeta está siendo destruido por el hombre, al reverendo lo abruma la desesperanza de saber que no hay futuro posible, definitivamente no basta con que reparen el órgano de la iglesia.

 

El embarazo de Mary representa el fruto del amor, la confianza en que Dios compondrá ese futuro incierto.

 

En uno de los escasos travelling, Toller visita una de las fábricas de plástico de Industrias Balq. Conduce como Travis Bickle en medio de un paraje nocturno (la música se ha tornado terrorífica), constatando la destrucción del hábitat, mientras el amanecer deja al descubierto la contaminación que observa con sus propios ojos.

 


El director muestra lo fácil que la religión puede caer en los excesos, sobre todo porque cada ladrillo de sus templos ha sido aportado por seres interesados en ganar el favor de la comunidad para poder destrozar el planeta sin miramientos. Vemos a Ernst Toller prepararse para su acto terrorista, autoflagelándose para emprender su santa cruzada, imitación del rictus progresista con que los industriales disfrazan su accionar.

 

El reverendo quiere acabar con Vida Abundante, se envuelve en explosivos y en alambre de púas. Antes compartió con Mary un viaje místico al acercar sus cuerpos, viajaron por sobre las nubes vivenciando las montañas, los mares y las estrellas. Fue la segunda vez que vislumbra ese Amor que va más allá del amor carnal. Pero ese amor místico muta fácilmente en fanatismo cuando la naturaleza se transforma en carreteras o en un cementerio de neumáticos.

 

Ante sus impulsos suicidas y de atentar contra la vida de otros, aparece Mary e irrumpe primero en el templo y luego en la casa parroquial (de fondo el canto dentro de la consagración) donde Ernst se encuentra finalmente con Mary. Ha regresado la música a su vida, estuvo tan cerca del abismo. La cámara gira envolvente mientras besa a Mary apasionadamente y se funden en un abrazo eterno, ese Amor devolverá la confianza en la vida de los hombres.




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