LOS JAIVAS: TODOS JUNTOS
©Aníbal Ricci
Los hermanos Eduardo, Claudio y Gabriel Parra conformaban un grupo familiar. Junto a sus compañeros de secundaria Gato Alquinta y Mario Mutis, en un liceo de Viña del Mar, experimentaron la música desde muy jóvenes. Todos eran amigos de infancia, desde un comienzo «crearon un código», explica Juanita Parra (baterista e hija de Gabriel), hasta el día de hoy ninguno ha logrado descifrarlo, pero ese código invisible les ha permitido alcanzar altas cumbres dentro de la música latinoamericana, sortear adversidades y la muerte de algunos integrantes, escudriñando en nuevos espacios creativos que siempre fueron el pilar de esta reconocida agrupación que actualmente celebra 55 años de existencia.
El documental de dos horas de duración exhibe un valioso material fotográfico y fílmico que recorre la trayectoria desde sus primeros pasos en fiestas y reuniones efectuadas en las universidades del puerto de Valparaíso. En sus inicios tocaban música tropical y los boleros que se escuchaban durante esos años. Pero ya a finales de los años 60, experimentaron con sonidos primitivos, dando rienda suelta a la improvisación, ruta que los guiará en la búsqueda de instrumentos ancestrales y a reconocerse como una banda de profunda raíz latinoamericana.
En 1972 contaban en su repertorio con «Mira niñita» y «Todos juntos». Esta última los hizo conocidos por el gran público. Al año siguiente ocurriría el Golpe Militar y en octubre emprenderían rumbo a Zárate (Argentina) en la ribera del río Paraná, donde una familia oriunda les conseguiría un caserón para empezar a forjar su propia identidad, efectuar conciertos en los alrededores y posteriormente en Buenos Aires presentarse en escenarios prestigiosos donde se encontraron con un público receptivo a su propuesta experimental.
Los Jaivas fueron pioneros en mezclar instrumentos como el piano acústico, teclados, bajo y guitara eléctricos con instrumentos más propios del folklore que ellos mismos confeccionaban con vegetación de las riberas del Paraná. La batería no sería la clásica, incorporaría otros instrumentos de percusión nativos de los países sudamericanos.
En Zárate comenzaron su vida en comunidad, donde las distintas familias se turnaban las labores domésticas, teniendo los músicos siempre disponibles los instrumentos para constantemente dar vida a nuevas melodías.
Graban los álbumes «Los sueños de América» y «El indio», este último dado a conocer gracias a la cueca lenta «La conquistada», canción muy querida y frecuente elección de sus conciertos.
Latinoamérica fue invadida por gobiernos militares y Argentina no fue la excepción. Eduardo Parra es detenido durante varios meses y Mario Mutis debe regresar a Chile por problemas familiares.
Con Eduardo liberado deciden emprender rumbo a Francia. Conocerán a un mecenas que los hospeda en un parque idílico, Les Glycines, dándoles acceso a una casona (un palacete) donde el espíritu comunitario florece y los hijos se crían jugando entre los árboles.
Un acierto del documental es intercalar fotografías y presentaciones de la época con segmentos protagonizados en el presente por los propios integrantes. Le da una perspectiva novedosa y los músicos recrean los espacios que ocuparon por esos días. Tocaron en grandes escenarios, tanto de París como en las principales ciudades europeas.
Surgirá la idea de musicalizar los versos dedicados a Machu Picchu, célebre poema del «Canto General» de Pablo Neruda. «Alturas de Machu Picchu» (1981) se convertirá en la obra cumbre de Los Jaivas. La presentarán en Chile y sus canciones serán coreadas en todos los rincones, en plena dictadura de Pinochet, a pesar de estar inspiradas en la obra de Neruda.
Los momentos tristes vendrán con las muertes de Gabriel Parra (1988) y Gato Alquinta (2003). Los hijos de los músicos irán manteniendo vivo el legado de Los Jaivas. «El cariño del pueblo se mide en los funerales», éstos son multitudinarios, pero la gente en la calle les pedirá que sigan tocando y eso les dará fuerzas para continuar.
En el documental se echó de menos una mayor apuesta por sus canciones, sólo se incluyen fragmentos que, para una banda prolífica como Los Jaivas, resulta algo extraño.
El legado de Los Jaivas, agrega Juanita Parra, es un repertorio cosechado a lo largo de los años, donde se han preocupado de acercar su música a las nuevas generaciones, sobre todo, rescata que en sus canciones se funde el «espíritu comunitario», ese código existencial que cohesionó su propuesta artística.
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