Ir al contenido principal

PIENSO EN EL FINAL (2020)

Dirigida por Charlie Kaufman

©Aníbal Ricci

Pienso en el final no tiene compasión con el espectador y por eso es una película jodida. El protagonista no siente compasión por sus padres ancianos, sólo rabia porque siempre le recordaron que sería un perdedor. El tiempo nos hace añicos y los despojos que van quedando ojalá envejezcan al lado de alguien cariñoso, que no es lo mismo que un mentiroso, quien perdona los errores que vas a cometer, la película es lúgubre y cerebral, pero ojalá no sigas compartiendo con ese ser poco compasivo, todo es tan efímero para Kaufman (el tiempo juega con nosotros) los logros son los logros que imitaste de otros, no tienes espacio para ser auténtico y la mujer que amas le dice a tus amigos que no sabes tomar decisiones, pero tú la amas y ella te destruirá. Tarde o temprano cometerás un error, verás la película equivocada y confundirás a los actores. Los imperdonables es un western crepuscular y su protagonista no es James Stewart, no seas idiota es Clint Eastwood, conduce a casa, hace tiempo que vengo pensando en dejarte, estoy deprimida y siempre tarareas esa canción, ojalá no digas una palabra antes de llegar al departamento, quiero una casa de verdad, pero nunca tendrás el dinero suficiente, mañana mismo voy a dejarte, ese cuchitril jamás será un hogar.

 


El exceso de voz en off permite al espectador percatarse de las soledades humanas, lo que no te atreves a verbalizar es lo que deseas y deseas que te vean, contratada por una famosa galería de arte, que sólo vea el talento que llevas tan oculto. No es la trama, pero es la idea. La primera media hora es un viaje para visitar a los padres del novio, se conocieron hace seis semanas y ya sabe (instinto darwiniano) que ese hombre no será capaz de criar a sus futuros hijos. Esta relación es tan inútil, la pasamos bien o no la pasamos tan mal, me estoy acostumbrando y no encuentro la hora para decirte que ya basta.

 

Charlie Kaufman y su magia de reflejarte contra un espejo. Contra es una palabra negativa, pero es que este director guioniza cada vez más oscuro, profundo en el sentido retorcido, como si el paso de los años (ya tiene sesenta) lo volvieran un despiadado observador que desnuda la miseria humana, ya no tanto su falta de empatía desprovista de compasión, sino una frialdad que convierte cada paso en algo peor, como si esa amargura rodeara todo el entorno.


Los personajes se definen por todo lo que le ocultan a la pareja. Como si estuvieran ensayando para una obra de teatro acerca de otras personas (ellos mismos) que el resto de los mortales percibe como geniales. Están juntos por conveniencia social, por eso el novio está aterrado de que la novia conozca a sus padres y vea en ellos su carácter deformado. Ese sótano está vedado, esa parte de la casa debería ocultar sus miedos.

 


Esto es buen cine, el espectador busca su reflejo y lo interpreta a su gusto. Kaufman es el coreógrafo de tu propia trama y de paso te quita la fe y esperanza. El ser humano es egoísta en extremo, si no te has dado cuenta, este director te abrirá los ojos. Te haces una idea de tu pareja, pero esa imagen es egoísta, es la parte bella que deseas que vean los otros. Kaufman es cáustico, pero quizás lo que insinúa es una advertencia para que no te estrelles. No es la trama, pero es la idea. La falta de compasión nos hace miserables, incapaces de apreciar un error encantador, un yerro que no hace mal a nadie, pero jamás lo perdonarás, porque él tampoco va a perdonar a sus padres. Están viejos y aún en su demencia siguen maltratándolo, saben que lo suyo con esa chica no va a durar. Ella es inteligente y tú sólo te has esforzado. Eres un gran maestro, pero tus alumnos apenas aprenderán rudimentos de alguien tan poco talentoso.

 


Un estúpido se cree feliz porque ama a esa persona que no entiende. El novio forja la imagen del ser amado, la idolatra y no se percata del rencor que ella oculta. La mujer podría entenderlo y hacerlo más libre, pero en cambio siente odio por esa felicidad en sus ojos. Nunca la ha conocido, prefiere creer que ella lo entiende, pero la verdad es que entender al otro es casi un imposible para este director.

 

Kaufman encierra un exceso de pasado donde es difícil imaginar un futuro. El futuro es sólo vejez, demencia, es insoportable.

 

El último cuarto se vislumbra tormentoso y es literalmente malo, pretencioso y carente de una estética coherente con el resto del relato. Kaufman nada como un pez entre la desesperanza, pero su visión del amor es tosca y al final pierde las riendas y la compostura. En los últimos quince minutos el resplandor de su mente desoye a sus recuerdos y deja de ser eterno para este cinéfilo.




Comentarios

Entradas populares de este blog

CINE ALESSANDRI

                                   (crónica)             CINE ALESSANDRI por Aníbal Ricci Cursaba segundo de educación media cuando ya era parte de la nueva generación. Al ser mayor que el resto no me veían como al típico mateo. Oculté mis inseguridades tras la ropa. Usaba poleras Ocean Pacific y pantalones Roberto de Camerino. Varios sweaters Ferouch. Lo que me hacía sentir más orgulloso eran mis nuevas zapatillas Puma. Por un par de meses fui ahorrando de mi mesada hasta que reuní el dinero suficiente. Las primeras que me gustaban realmente, diseñadas con una planta de poliuretano inyectado de dos colores. Sacrifiqué varias idas al cine para comprármelas. Era como caminar en el aire de lo suaves. Las ocupaba para todos los deportes e incluso iba a fiestas con ellas. Me acompañarían hasta el día de mi graduación y a pesar de mis gustos banales fui capaz de hacer buenos amigos.   Alberto Pizarro era el gurú musical, recordado por el siete que se sacó en la asignatura de castellano grac

ILUSIÓN

                                   (crónica)           ILUSIÓN por Aníbal Ricci El mediodía me encuentra viajando en el tren subterráneo. Percibo emociones de otros pasajeros con la mirada perdida en el horizonte. La angustia me embarga. El carro no transporta personas sino problemas insolubles, un cúmulo de malas decisiones tomadas en horas y lugares equivocados. El aire denso entra en mis pulmones y la energía fluye a través de mi sistema nervioso. Es un reflejo automático que envuelve todo el vagón en una espiral. Todo sería más placentero si estas personas pudieran acceder a la mejor versión de sí mismas. El sufrimiento parece innecesario; debieran enfocarse en nuevos puntos de vista. Al lado viaja una chica con una mochila. Debe ser estudiante de alguna universidad. Va leyendo unos apuntes y se vuelve más hermosa a cada instante. No sólo adquiere conocimientos, sino que su rostro refleja sabiduría. Deja el cuaderno de lado y regresa en el tiempo. Me conduce a la misma habitación y

WISH YOU WERE HERE

                                   (crónica)            WISH YOU WERE HERE por Aníbal Ricci Alcancé a estar apenas un mes sin alguien a mi lado. Durante esos treinta días no fui capaz de darle coherencia a mi vida. Quería estar solo para lograr equilibrarme por mis propios medios, pero fue imposible encontrar armonía en mi espíritu. Salía con una chica que venía del sur y que estudiaba sociología en la Universidad Católica. No se parecía en nada a Helena que también estudiaba en esa facultad. Cecilia era una morena muy atractiva. Le gustaba vestirse de negro, no creo que le gustara, sino más bien para ocultar su silueta. Nunca pude entender la poca confianza que tenía en sus atributos físicos. Encandilaban a todas luces y me hacían perder el habla. Pese a esa exuberancia, era más bien piola y su mirada traslucía timidez. Dueña de un hablar pausado cautivaba de inmediato. Cada vez que nos poníamos a conversar me daba cuenta de que su lógica era implacable. Analizaba todo meticulosamente