EL DIABLO A PATA, de Rubén González Lefno
Comentario
de Aníbal Ricci
El libro está conformado de diez
relatos referidos a una época donde las tomas de fundos en los alrededores del
Complejo Maderero Panguipulli (Neltume) eran la tónica de unos trabajadores
que, por medio de sus sindicatos, buscaban mejoras salariales y condiciones favorables
en las pulperías. Poco a poco se fueron organizando estos pobladores y
expropiaron a los patrones de sus tierras, ocupaciones de terreno que se fueron
multiplicando en la zona.

Estas historias son deudoras o
ramificaciones de los sucesos acaecidos en La Montaña Rebelde, título
anterior del autor. No poseen el espesor dramático de esos primeros relatos,
acaso debido a que el punto de vista deja de lado a los guerrilleros de la
selva valdiviana y se enfoca en los habitantes comunes que observaron desde
Neltume los acontecimientos de esos días, incluso hay un cruce de historias con
la visión de los niños acerca del conflicto y la situación en la región. Por
ejemplo, la mítica figura del comandante Pepe en estos relatos sólo es
mencionada como articuladora de los movimientos sociales, pero el escritor
decide no profundizar en ellos, sino situarse en anécdotas en torno a los
hechos históricos que hacia el final del volumen adquirirán un carácter más
festivo. El Diablo a Pata muestra la otra cara del conflicto, dejando de
lado las torturas y las muertes, siempre presentes en el anterior libro del
autor.
El cazador de cantabrias (primer cuento) es una
historia fantástica de un niño que coleccionaba coleópteros. Un buen día acude
con su tarrito hacia la selva donde habita el león y al parecer nunca regresará.
La leyenda decía que una multitud de cantabrias, ante el peligro, lo elevaron
por sobre los árboles. Su familia nunca más supo de él y Tohá se encargaría de
ir más allá del volcán Choshuenco para dar cuenta de las historias del Neltume.
El narrador vuela alto en este relato sobre el aserradero, las fogatas y las
banderas a la entrada de los fundos. Es una historia diáfana que relata las
impresiones de un niño, excelente punto de partida del libro.
Tres niños acudieron a ver las
excavaciones de las maquinarias. Construían un nuevo camino y los chicos
acudieron con Los barquitos (segundo cuento), embarcaciones en miniatura
que siempre zarpaban de un aserradero a escala. En paralelo, en las noches, los
adultos hablaban de patrullas militares y guerrilleros ocultos en la Montaña
Rebelde. Pablito flanqueó el cerro y debajo de tres enormes árboles encontró
los tres fusiles largos enterrados por los guerrilleros. El autor recurre a un
juego de paralelismos con estos sobrevivientes que alguna vez fueron niños y
que hoy en la selva juegan a esconderse en ese bosque en un juego mucho más
peligroso, escapando y eludiendo patrullas militares.
Noche de pelos gira en torno a una niña
enferma, que es cuidada por un grupo de pobladores que se reúnen en la casa
amenizando las conversaciones con vino y mate. Hablan de lo que ocurre en el
Complejo Maderero, de lo que rodea a las tomas de los fundos, de vigilancia
obrera y formación de sindicatos. Lidia vomita bolas de pelos mientras esos movimientos
populares llenaron el espíritu colectivo y solidario, ese ambiente esperanzador
que flotaba en esos días de la Unidad Popular.
Algunas de Pancho son historias breves de
banderas flameando con posterioridad a la ocupación de veinte fundos, dirigidas
por el comandante Pepe, y que incluyen anécdotas de su amigo Pancho luchando
contra las guardias blancas de los patrones, premunidos de armas, verdaderos
grupos fascistas que dinamitaban vías férreas y colocaban bombas en el tendido
eléctrico.
El mesón, el polígono constituye dos realidades
extremas. Trabajaba en Valdivia tras el mesón de una tienda de ropa, mientras
en sus pensamientos se gestaban motivaciones políticas que perseguirían mejoras
laborales. La casa de su familia y los recuerdos fueron quedando en el pasado
mientras Allende era elegido Presidente. Se trasladó al Complejo Maderero en
Neltume con la ilusión de un mejor salario. En la reunión de Molco se vislumbró
el Golpe de Estado. Sucedían paros de gremios y transportistas junto a
atentados a las vías que eran presagios de los bandos militares del 11 de
septiembre. Los trabajadores de Neltume intentaron asaltar el retén de
Carabineros para conseguir armas de fuego. Fallaron y tras unas sesiones de
tortura se encontraron frente al pelotón de fusilamiento.
Rubén González Lefno hace gala de su
oficio de escritor y testigo privilegiado de lo sucedido en la selva, pero
sobre todo se sitúa en los faldeos de los cerros, en los poblados, utilizando
esta vez una primera persona franca, más liviana, mostrando la cotidianidad y
normalidad alrededor de las ocupaciones de fundos que se produjeron en las
cercanías del lago Panguipulli.
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