Dirigida por
Joanna Kos-Krauze
y Krzysztof Krauze
©Aníbal Ricci
«Si los gitanos tuvieran memoria… se morirían
de angustia», pensaba Papusza, apodo por el cual era conocida la poeta
Bronislawa Wajs. Los gitanos no saben leer ni tienen ciencia (afirmaba) y no
ven con buenos ojos que Papusza haya aprendido a leer y escribir en polaco.
Papusza fue una poeta y cantante polaca de
etnia romaní. Murió a los 76 años el 8 de febrero de 1987. La película pertenece
al género biográfico y hace un recorrido desde su nacimiento (antes de la
Primera Guerra Mundial), pasando por el intervalo entre las dos guerras, y
finalizando con el período de posguerra, luego del exterminio del pueblo gitano
a manos de los nazis.
La cinta da cuenta de diversos episodios sin
orden cronológico, pero el montaje prodigioso permitirá una mejor comprensión
de su vida. Aprendió el idioma polaco de forma autodidacta y terminada la
Segunda Guerra Mundial conoció al poeta y etnógrafo polaco Jerzy Ficowski, ex
miembro del movimiento de resistencia contra los alemanes y que vivió con los
nómades gitanos buscando escapar de la justicia. Ficowski fue quien recopiló la
poesía de Papusza y la convirtió en la primera romaní en ser publicada en Polonia.
La película está filmada en un logradísimo
blanco y negro, que va mezclando los eventos con planos generales que permiten
traducir la belleza de sus versos a imágenes de la naturaleza omnipresente.
Papusza, según el poeta Julian Tuwim, poseía un punto de vista muy puro y
único, que incorporaba el paisaje que iba recorriendo con su pueblo. Las tomas,
tanto de lugares cerrados como exteriores, están construidas con planos fijos,
de ritmo pausado, dentro de los cuales se va mostrando la riqueza cultural del
pueblo romaní (tradiciones que enorgullecerían a cualquier nación) y sus
periplos por los bosques y campos polacos a través de las distintas estaciones.
Estos gitanos van de un pueblo a otro,
sobreviviendo a la lluvia y el barro. Son nómades y guardan secretos
ancestrales al no tener escritura. Por esa razón, cuando se publican los versos
de Papusza, sus compañeros de viaje están a punto de desterrarla por traicionar
a los suyos. Ni siquiera su marido la comprende y sufrirá una depresión que la recluye
en un sanatorio. Eran considerados una vergüenza para su pueblo y Papusza se
sentía culpable de la situación.
«Si no hubiese aprendido a leer… habría sido
feliz», le confiesa a Ficowski. Su vida se fue transformando en un verdadero
martirio cuando los médicos le prohibieron escribir poesía. Cuando décadas
después fue reconocida por la cultura polaca, ella solía decir que nunca había
escrito poemas.
Sin duda tuvo que soportar un duro pasar,
encerrada entre la belleza de sus versos y el desprecio de los suyos. No tuvo
hijos y con su marido (24 años mayor) adoptaron a un niño sobreviviente del
exterminio nazi. Ese niño también terminó renegando de Papusza.
Los directores de la cinta son un matrimonio
que nos muestra los inconvenientes de la vida nómade a través de una fotografía
casi pictórica, de un pueblo que vive entre tradiciones y prejuicios, en medio
del cual introducen la figura del afuerino (Jerzy Ficowski). No es un biopic
tradicional, recurre a una cronología confusa que hace que el espectador
vivencie los episodios a la manera de recuerdos.
Papusza es una película apabullante. La
fotografía nos transporta a esos parajes (un blanco y negro implacable) y
podemos escudriñar en el alma de la poeta. La música tradicional envuelve al
espectador y la canción final (con los versos de Papusza) emociona genuinamente.
Es la misma con que inicia este viaje, pero luego de recorrer la vida de la
poeta, esos versos finales llegan verdaderamente al alma.
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