Dirigida por Tony Richardson
©Aníbal Ricci
Publicada en Revista Occidente N°506 Junio 2020
Esta película posee un guion formidable, con
fuentes de inspiración innegables y sigue dando que hablar en estos días.
«Jerusalem» es un himno inglés, originado en los
versos de la epopeya «Milton» (1804), escrita por el poeta William Blake.
No cesaré en mi lucha mental
Ni dormirá mi espada en mi mano,
Mientras una nueva Jerusalén no hayamos construido
En la verde y placentera Inglaterra.
Ni dormirá mi espada en mi mano,
Mientras una nueva Jerusalén no hayamos construido
En la verde y placentera Inglaterra.
Son estas estrofas las que cantan los alumnos
del reformatorio a mitad del metraje, con ímpetu y determinación, para dar fin
a un tedioso acto organizado por su director. Esas palabras representan el
deseo de construir un mundo nuevo para Inglaterra. Es un himno que los alumnos entonan
en la capilla, por medio del cual refuerzan su sentido de pertenencia a algo
mayor (para el director, será el espíritu de las Olimpiadas).
El protagonista del film es un joven de quince
años que le cuenta a su novia que desde niño le gustaba perderse de sus padres,
perderse en el sentido de alcanzar la libertad, pero le confiesa que eso es
imposible. Hijo de una familia obrera, ha sobrevivido a la traumática muerte del
padre, quedando bajo el cuidado de una madre al que sólo le importa el dinero.
A Colin Smith no le queda otra que robar una panadería y termina recluido en el
reformatorio Ruxton Towers, donde imparten una educación represiva a punta de
castigos físicos.
La estadía en el reformatorio está hábilmente matizada
por precisos flash-backs, de duración perfecta y muy bien ensamblados por el
montaje. Colin es un chico rudo, muy delgado, que a poco andar entra en el
radar del director por sus cualidades atléticas. No exterioriza emociones ante sus
compañeros, pero su mundo interior es recreado por estos raccontos, mostrando
su experiencia ante la muerte, el sexo y la vida delictual que han dejado
profundas huellas de dolor y desarraigo. La única salida a la pobreza y
desestructuración familiar será la transgresión de las normas que rigen a los
habitantes de Nottingham.
La película muestra la realidad de los
infractores de los años sesenta y su posterior ingreso a correccionales. Hay
sentimientos de rebeldía ante los inadecuados métodos de educación. Colin
representa a estos muchachos incomprendidos y encuentra en las carreras de
fondo una forma de huir de todo aquello. El director lo deja entrenar en
solitario para que pueda vencer a los alumnos de una escuela privada. El
muchacho aprovecha su privilegiado estado físico y le hace creer al director
que lucha por ganarse su respeto dentro del reformatorio, pero lo que en
realidad busca es una compensación frente a lo que la sociedad le ha negado. La
falta de afecto lo persigue desde el entorno familiar a la correccional y
radica en la injusticia que representa la educación que ahí se imparte.
El mensaje de inconformismo frente a una
sociedad llena de carencias persiste hasta nuestros días, razón por la que la
cinta mantiene su frescura intacta frente al espectador del nuevo siglo. Siguen
existiendo los niños en riesgo social en tránsito a convertirse en delincuentes
dentro de esas instituciones.
El grupo británico Iron Maiden (de excelentes
líricas) homenajea a este film con un título homónimo.
Corre sobre escalones, atravesando
campos
Da vuelta para mirar quién te pisa los talones
El camino atrás del campo
La línea está cerca
Pero si quieres la gloria
Alcanza el tramo final
Los ideales son sólo huellas
Sientes que has desperdiciado la carrera.
Da vuelta para mirar quién te pisa los talones
El camino atrás del campo
La línea está cerca
Pero si quieres la gloria
Alcanza el tramo final
Los ideales son sólo huellas
Sientes que has desperdiciado la carrera.
Y es que Colin Smith lidera la carrera, pero al
final se rebela contra el egoísmo del director y la utilización vil para elevar
su propia vanidad. Colin se planta a metros del final y le da el paso a su
perseguidor. Su rostro luce triunfante, transgresor ante un mundo injusto, en
ningún caso ha desperdiciado su carrera.
La metáfora del corredor solitario está
magníficamente lograda, por su cabeza viajan miedos y penurias, siempre corriendo
y alejado del resto, apartándose del rebaño que sólo sabe seguir órdenes.
Los últimos flash-backs son breves destellos
inconexos que dan un nuevo sentido a los raccontos iniciales y hacia el final
del metraje regresan los versos triunfales del himno de William Blake.
Este film implicó la eclosión del «Free
Cinema» en el Reino Unido, movimiento paralelo (aunque de menor duración) a la
«Nouvelle Vague» de Francia, que a su vez fue una respuesta al «Neorrealismo
Italiano». Estos movimientos congregaron a un puñado de directores a realizar un
cine de autor, principalmente rodado en exteriores, persiguiendo la libertad de
la existencia humana, utilizando novedosos movimientos de cámara y
privilegiando el montaje para obtener mayor verosimilitud en las imágenes.
Se intuye la influencia de Los 400 golpes
(1959) de François Truffaut, tanto en la temática como en la búsqueda
inclaudicable de la libertad a través de imágenes liberadoras. Se refleja en
ese chico castrado por el sistema de educación imperante, rígido y
autoritario, que lo castigará escribiendo cuatrocientas veces «ofendo a los
muros de la clase».
Cero en conducta (1933) es la fuente de inspiración de ambas
cintas. Jean Vigo (su director) dota a su historia de imágenes verdaderamente liberadoras:
la guerra de almohadas, la toma del techo, los juegos de sombras. Se burla del
principio de autoridad mostrando a cuatro niños enarbolando banderas de lucha
ante las injusticias acaecidas al interior de un internado. Refugio del
espíritu infantil, libre de las normas que castigan a los alumnos con un cero
en conducta.
Las tres películas son un deleite a los
sentidos y demostración de que el cine ha sabido desplegarse, a través de las
épocas, como un vehículo de crítica social.
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