Dirigida por Charlie Kaufman y Duke Johnson
©Aníbal Ricci
Charlie Kaufman es un guionista
excepcional para dilucidar interrogantes existenciales. ¿Quieres ser John
Malkovich? (1999) llevaba al extremo el tema del no ser correspondido, algo quizás
fortuito, pero que define la postura de cualquier ser humano. “Eterno
resplandor de una mente sin recuerdos” (2004) postulaba lo transitorio de la
felicidad y la necesidad de borrar el pasado para volver a ser feliz. En ambas
cintas la felicidad era algo casual, algo químico con fecha de caducidad que
nos brinda una ilusión momentánea de bienestar. “Anomalisa” recrea esa anomalía
de sentirse perfectamente a gusto con otra persona, una voz que cautiva hasta
el último rincón de tu ser y te vuelve estúpido, enamorado en otras palabras.
La anécdota es simple, un encuentro casual en un hotel que vuelve perfecto el
aire que respiran, pero que a la mañana siguiente se mezcla con las voces de todos
y el ruido infinito de existir. Estamos frente a una película de animación tan
certera en su temática que, al cabo de unos minutos, enfrentamos como fiel
reflejo de la realidad. La historia nos deja un agradable sabor de boca (ganas
de disfrutar esos momentos fugaces), a pesar de que sabemos que el tiempo (y la
muerte) volverán todo tan efímero e inútil.
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