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Anomalisa (2015)


Dirigida por Charlie Kaufman y Duke Johnson


 ©Aníbal Ricci

Charlie Kaufman es un guionista excepcional para dilucidar interrogantes existenciales. ¿Quieres ser John Malkovich? (1999) llevaba al extremo el tema del no ser correspondido, algo quizás fortuito, pero que define la postura de cualquier ser humano. “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” (2004) postulaba lo transitorio de la felicidad y la necesidad de borrar el pasado para volver a ser feliz. En ambas cintas la felicidad era algo casual, algo químico con fecha de caducidad que nos brinda una ilusión momentánea de bienestar. “Anomalisa” recrea esa anomalía de sentirse perfectamente a gusto con otra persona, una voz que cautiva hasta el último rincón de tu ser y te vuelve estúpido, enamorado en otras palabras. La anécdota es simple, un encuentro casual en un hotel que vuelve perfecto el aire que respiran, pero que a la mañana siguiente se mezcla con las voces de todos y el ruido infinito de existir. Estamos frente a una película de animación tan certera en su temática que, al cabo de unos minutos, enfrentamos como fiel reflejo de la realidad. La historia nos deja un agradable sabor de boca (ganas de disfrutar esos momentos fugaces), a pesar de que sabemos que el tiempo (y la muerte) volverán todo tan efímero e inútil.




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