Dirigida por John Huston
©Aníbal Ricci
Minucioso relato que gira en torno al
asalto a una joyería. La primera parte da cuenta de los preparativos del
atraco, luego de que el día anterior Herr Doktor (el gestor del plan) ha
encontrado a un reducidor (Emmerich) que pagará por las joyas. Poco a poco se
van reuniendo los integrantes de la banda, los cuales van entregando pistas de
sus vidas y motivaciones.
Gran exponente del cine negro,
destacó por ser una de las primeras del género en centrar su punto de vista en
los malhechores. La historia principal recae en el pistolero Dix Hanley, que le
presta ayuda a Doll Conovan, luego de que asaltan el club de apuestas donde
ella trabajaba.
Desde el comienzo, nos enteramos de que
Hanley sueña con vivir en el campo y criar caballos, mientras Doll escucha esos
recuerdos de niñez y le oculta su amor. Aparte de Dix, Herr Doktor y Emmerich,
se integran a la acción Cobby (dueño de un garito de apuestas), el hogareño
Louis (experto en cajas fuertes), el jorobado Gus (dueño del bar) y Bob Brannom
(detective sin escrúpulos).
La segunda parte se ocupa de
mostrarnos meticulosamente cada paso del atraco, todo envuelto en un clima de
suspenso en que los acontecimientos, por cosas del destino, van alcanzando
funestos derroteros.
Huston es hábil no sólo en mostrarnos
las ambiciones de cada uno, sino también sus vicios. La historia, de tintes
deterministas, hará que cada uno de los protagonistas sea arrojado hacia sus
propios abismos. Emmerich (un abogado arruinado) intenta engañar a la banda
para huir con su amante, pero el detective anticipa sus pasos y desatará la
tragedia.
La policía (a pesar de algunos malos
elementos) se muestra como el último recurso para sobrevivir en esa jungla de
asfalto. La parte final se interesa por las huidas, todas frustradas, donde el
único que parece haber esquivado a la ley es Hanley, pero está herido y
comienza a delirar. «Si cuidan bien al potro negro todo irá como una seda», el potro
que tuvo que sacrificar su padre y les significó la ruina familiar.
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