Dirigida por Bille August
©Aníbal Ricci
Publicada en Revista Occidente N°491 Febrero/Marzo 2019
«Tú eres muy joven… aún puedes
conquistar el mundo», le dice Lasse Karlsson a su hijo Pelle, al llegar por mar
a Dinamarca en busca de mejor fortuna. El padre ha enviudado y es demasiado
viejo para mantener al niño. Pretende que la vida lo trate mejor lejos de
Suecia. Habitarán un establo junto a las vacas y Pelle verá como su padre se
deja pisotear, rindiéndose ante la autoridad, incluso cuando se burlan de su
propio hijo.
Lasse es pobre e ignorante, no sabe
leer y sólo piensa en tener una vejez tranquila. Habla en forma lastimera,
quejándose de lo dura que ha sido la vida. Le regala a Pelle un cortaplumas
para su cumpleaños y cree que con eso bastará para que su hijo se conforme.
Erik, un trabajador de la granja, le
cuenta al chico de sus sueños de viajar por el mundo y ser un hombre libre. ¿Libre para qué? es una pregunta que
interesó a Nietzsche. Pelle en cambio, da sus primeros pasos y le bastaría con
responder a ¿Libre de qué?
Al chico le agrada ese hombre que
tiene sueños. No le gusta la actitud sumisa y temerosa de su padre ante sus
patrones, ante la vida. Mientras tanto, Pelle observa las penurias de los otros
seres humanos que viven en la granja: los engaños del dueño con su mujer, el
amorío entre el hijo del capataz y una trabajadora, como arrojan al bebé al
río, la culpa, la muerte, la religión amenazante y supersticiosa, la autoridad
arbitraria y desmedida del pastor y del capataz. También soporta los abusos en
carne propia: de sus compañeros de escuela, de su profesor y casi muere ahogado
en las gélidas aguas del océano para ser aceptado entre sus pares. Debe oír las
burlas acerca de su padre, un mantenido de la señora Olsen, una supuesta viuda
a la que merodea para tener mayores comodidades.
A Pelle le gustaría liberarse de la pobreza,
de los abusos de los mayores, de los otros niños, liberarse de la culpa, de la
muerte, de la injusticia. Estos ingredientes dan origen a una historia de gran
humanidad, con el punto de vista centrado en el niño, con un padre muy bien
interpretado por Max von Sydow y secundarios relevantes que le dan vida a los
relatos subordinados.
Al padre le interesa su bienestar por
sobre el de Pelle y sólo cuando se emborracha insinúa que lo protegerá. Pelle
habla con Erik, ahora retardado luego de un golpe en la cabeza y le dice que se
irán de ese lugar horrible donde sus compañeros de colegio han tratado de
matarlo. Erik observa hacia afuera con la mirada perdida.
Cuando la mujer del dueño le ofrece a
Pelle un empleo con buena paga, el padre se alegra porque ve que no tendrá que
trabajar más, pero Pelle no quiere ser el “ayudante” de ese lugar y abandona a un
Lasse empequeñecido en medio del paisaje nevado, con un simple y frío «Adiós y
gracias papá».
Le agradece su ayuda hasta ese
momento y se aleja con su morral al hombro hasta llegar a la orilla del mar…
para iniciar su propia conquista del mundo.
(*) Bille August es un director danés, pero comparte el gusto del cine
sueco por integrar la naturaleza al espíritu humano, de maestros como Sjöström
y Bergman. De este último filmó su biografía con guion del propio Bergman.
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