Dirigida por Carlos Leiva Barahona
©Aníbal Ricci
Esta cinta es la prueba de que con
escasos recursos y unos minutos menos de metraje se pueden hacer maravillas. La
historia transcurre en un barrio periférico y sus personajes resultan
arquetípicos. Podríamos encontrar cientos de casos similares en nuestras poblaciones,
no obstante, la película insiste en el naturalismo descarnado para mostrarnos
realidades incómodas.
Mientras Aquí no ha pasado nada
mostraba el mundo ABC1 y Rara la clase media, la película de
Leiva Barahona se ocupa de las barriadas. Las tres muestran a la sociedad
chilena desde distintas aristas, pero El primero de la familia incorpora a
un personaje omnipresente: la miseria.
Cada toma del fotógrafo Felipe Bello
está cargada de fealdad, de claustrofobia, pero aquí no hay un estereotipo de
la pobreza, es la miseria calando hondo en cada uno de los personajes, mutando
su ADN, para convertirlos en otros seres engendrados por la falta de
oportunidades.
La familia tiene buenas intenciones,
quiere que su primogénito salga de ese entorno y saque la cara por todos los
que quedarán atrás. Pareciera que la familia quisiera ocultarle la miseria,
como si fuera retardado y no se diera cuenta que la atención que le han
brindado significa que a su hermana la dejaron de lado, la sacrificaron para
que él surgiera de entre las aguas servidas que se cuelan desde el
alcantarillado.
Más que una metáfora de la
descomposición que infunde el entorno sobre la familia, cada una de las
historias particulares está contaminada: la madre fue mal operada y no puede acceder
a otro tratamiento más que unas muletas; el padre recibe un salario
insuficiente para llevar la casa, su mujer no lo respeta, pero en la despedida,
cuando el esposo balbucea un discurso por el hijo, la esposa lo mira con
emoción, como a otro hombre, nuestro hijo salió «habiloso», vocablo tan chileno
dentro de diálogos soberbios.
Tienen el agua hasta el cuello, pero a
Tomás le dan unos pocos pesos para que se dé sus gustos en el extranjero. Es el
hijo mimado, todo se le permite, pero la miseria, el hacinamiento, quizás fue
el alumno más pobre de Medicina. Introvertido, observa a su hermana con ojos
libidinosos, en la oscuridad que lo atrapa y su hermana lo entiende, supuestamente
será el primero que salga de esa pocilga, pero Tomás lleva impreso en sus genes
algo de lo que no podrá escapar.
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