«Siempre me roban el reloj»
Mosquito Editores
2014
Esta novela comenzó a escribirse dos años atrás. Había leído algunos cuentos de Edgar Allan Poe, pero ese año devoré de un tirón sus cuentos completos en la traducción de Julio Cortázar. Decenas de relatos, escritos en un lenguaje conciso y ameno que, de tanto leerlos, fueron impregnando mis neuronas con su estilo narrativo. Al avanzar entre cientos de páginas, volvía a las historias más sorprendentes y, con el correr de los meses, concebí un cuento protagonizado por un Poe que caminaba por las calles de Santiago, en pleno siglo XXI, acaso repitiendo los mismos excesos que experimentó durante el siglo XIX, sucesos de drogas y alcohol, con la consiguiente pérdida de salud y dinero.
Ocho años antes, asistía al taller de Roberto Rivera, que dictaba en una sala de clases del pre-universitario Pedro de Valdivia. A pasos de Plaza Italia, los integrantes fuimos conociendo mejor aquel sector, mucho antes de que el Barrio Lastarria se colmara de restoranes.
Al finalizar cada sesión de lecturas y correcciones, invariablemente nos juntábamos en El Cuervo, especie de fuente de soda dispuesta a lo largo de un extenso pasillo. Bebíamos cerveza acompañada de papas fritas y a veces nos tentábamos con algún sándwich.
El Cuervo no tenía nada de estiloso, respondiendo al cartel de picada con precios módicos. La buena conversación siempre nos acompañó en esas tertulias, contempladas por los afiches de cine provenientes del Centro Cultural Alameda o quizás del antiguo Normandie. Un ambiente de bohemia austera evocaba las penurias que sufrió el autor del célebre poema “El Cuervo”.
Meses después surgió la idea del cuento. Un escritor comenzaba su carrete en el Barrio Bellavista y tomaba cerveza con la gente apostada en las mesas de los boliches. Sostenía una amena charla y luego de despedirse, caminaba por las calles del barrio y se encontraba con una prostituta que lo invitaba a tomarse otra cerveza. A las tres de la madrugada, Poe ya no tenía dinero –en realidad nunca amasó fortuna– y esa mujer lo invitaba a un motel hasta que amaneciera.
El cuento se convirtió en la pieza final de la novela, que transcurre en un día del protagonista, un escritor que ha publicado algunos libros y está celebrando el lanzamiento de su última novela. Este presente lo encuentra meditando sucesos del pasado, de alguna manera re-interpretando acontecimientos ocurridos muchísimos años atrás, con el solo objeto de otorgar alguna coherencia a su existencia.
En cierta forma, el escritor se nutrió de Poe y ha soñado muchas veces con sus relatos, o acaso el mismo Poe, en el pasado, habrá soñado con el futuro que vive este escritor en el presente. Un traspaso de testimonio en esta carrera que nunca termina.
A este escritor se le aparece Poe en sueños, como un hombre cualquiera que vaga por las calles de su propia ciudad. Utiliza un lenguaje elevado que le hace comprender la razón de haberse dedicado a las letras, el significado de publicar, primero un cuento y luego novelas, para día tras día seguir escribiendo relatos, tarea que lo llena de satisfacción, en la búsqueda de un camino trascendente que le permita abrazar cada día una nueva oportunidad.
«Siempre me roban el reloj» (formato ePub)
El expulsado del mundo
La especularidad del tiempo
El cuervo
Sueño reparador
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El expulsado del mundo
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Sueño reparador
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