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El color del paraíso (1999)

(Traducción literal del farsi: El color de Dios)


Dirigida por Majid Majidi
©Aníbal Ricci


«Dios no es visible», le dice su profesor de braille a Mohammad, un niño de ocho años, a manera de consuelo ante la discriminación de los demás, incluso de su padre.

El drama de un niño ciego que vive en el campo, aparentemente sin oportunidades, en medio de una pobreza relativa, donde todo es orden y belleza: las casas de adobe, las praderas sembradas y los sonidos de la Naturaleza.

La película es un prodigio de lenguaje. Por un lado cinematográfico, de escenas y encuadres bellísimos, travellings notables, sin abusar de la cámara lenta, una delicia. Pero el lenguaje más importante, va descubriendo Mohammad después de aprender braille, es el que despliega la Naturaleza ante los sentidos del niño. Son secuencias o códigos de perfección que el muchacho atesora en su mente y al final serán el llamado para sobrevivir a la adversidad y volver a la vida.


Mohammad es un chico valiente y sensible, «quiere atrapar el viento» al sacar la mano por la ventana del bus, lo trae de vuelta desde Teherán, ahora provisto de la escritura que ha aprendido en un internado para ciegos.

Una vez en el campo, se reencuentra con los afectos de su abuela y sus hermanas, pero Mohammad es otra persona, ahora puede leer las piedras, las espigas de trigo, las flores.


Hay un primer plano de encuentro entre las manos, de diferente textura, de la abuela y del niño, en su acercamiento reflejan la humanidad de estos personajes. El tacto es el sentido fundamental para Mohammad, su manera de entender el mundo que lo rodea, y también de expresar el cariño que profesa por sus hermanas al reconocer sus rostros.


El padre es un ser egoísta que no sabe qué hizo para merecer un hijo ciego, cree que será incapaz de cuidarlo cuando viejo.

Hay imágenes de árboles en el cielo, de la abuela rezando y descansando en paz, de un padre que se arroja a las aguas, que aprende su lección de la sabia Naturaleza, a orillas del mar, que le brindará una nueva oportunidad al padre y al hijo.


«El sol ilumina la tierra», será la primera lección de Mohammad, y la metáfora perfecta de esta magnífica obra cinematográfica.

Comentarios

  1. La película es un prodigio de lenguaje. Por un lado cinematográfico, de escenas y encuadres bellísimos, travellings notables, sin abusar de la cámara lenta, una delicia. Pero el lenguaje más importante, va descubriendo Mohammad después de aprender braille, es el que despliega la Naturaleza ante los sentidos del niño.

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