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SHANE (1953)

Dirigida por George Stevens

©Aníbal Ricci

«Una pistola es tan buena o tan mala como el hombre que la usa», le dice el protagonista a la dama que admira. Hay corrección es estas líneas y un trasfondo moral que envuelve a este personaje desconocido cuyo pasado queda a la imaginación tanto de los otros personajes como del mismísimo espectador.

Trascurre en Wyoming en la época del ocaso de los pistoleros, ya no tienen cabida en un mundo que se abre a la agricultura. Los granjeros son los nuevos habitantes de estas tierras otrora arrebatadas a los indios por gente como el vaquero Rufus Ryker (el antagonista) que pretende saltarse la ley y recuperar esas tierras para criar su ganado. Una particular visión lo hace pretender derechos sobre esos terrenos que ahora son propiedad del gobierno y fueron cedidos a los granjeros.


El conflicto está a punto de estallar cuando desde las montañas desciende Shane (el protagonista) asomándose a la propiedad de Joe Starret. De inmediato cae en gracia al hijo de Starret (Joey) y tanto el señor como la señora Starret lo acogen para que ayude en la granja.

Shane viste bien, lleva una pistola al cinto y se muestra como un hombre misterioso. Los Starret intuyen su pasado violento, pero de alguna manera se sienten protegidos. Shane ve esas tierras como un escape de la historia que lo persigue y decide asentarse de momento junto a esta devota familia. Shane llegó de forma providencial, pero tiene cuidado de apartarse de su arma mientras visita la cantina del pueblo. Uno se los secuaces de Ryker lo enfrenta y Shane no reacciona. Su actitud dubitativa genera reparos entre los granjeros, pero el muchacho Joey sabe, desde su punto de vista infantil, que Shane no es un cobarde.


En otra ocasión, para no defraudar al niño, le da una paliza al forajido que antes lo encaró, recibiendo la ayuda del padre de Joey. El señor Starret es quien aglutina a los granjeros para que Ryker no los arroje de sus tierras, pretende incluso forjar un pueblo donde solidaricen sus nuevos habitantes. El poder de Starret emana de su familia, de su esposa en particular. Shane la admira (platónicamente) y vislumbra que esas familias son el futuro de la nación. Ya dijimos que se trata de una obra moral, donde el ex pistolero encarnado por Shane defenderá los intereses de estos granjeros. Viene huyendo de la violencia, pero esta lo encuentra de nuevo. Clint Eastwood se verá fascinado por este tipo de western crepuscular y en “El jinete pálido” (1985) homenajeará esta película de George Stevens. Tras “el predicador” de Eastwood se advierte la valía moral de Shane (no es casualidad que le digan “el predicador”).


Marian Starret y su hijo están encandilados con la valentía de Shane. Se advierte que el protagonista siente algo por ella, pero no dejará de lado sus convicciones. Ante el asesinato de uno de los granjeros, el señor Starret planea ir al pueblo a enfrentarse con la pandilla de Ryker. Los acompaña un pistolero de renombre conocido como Jack Wilson. Shane sabe que no podrá con Wilson y lo deja inconsciente. Debe enfrentar solo a Wilson para no comprometer a los miembros de la familia Starret.


Shane acude a la emboscada que planean los Ryker y en secreto lo sigue Joey. El chico representa a una generación que no conoce de pistoleros e idealiza a Shane. Joey es el verdadero testigo al interior de la cinta, el nuevo punto de vista que verá crecer nuevos pueblos y ciudades.


Al espectador se lo invita a presenciar la hazaña de este ángel exterminador, el protector de los débiles, de los que no pueden defenderse del mal extremo. Shane velará porque se cumplan los sueños de los granjeros. Se deshace de Wilson y de los pistoleros de Ryker, los vence y deja libre de pistolas el valle en el que descendió.


Es tiempo de que este ángel exterminador se retire de escena y vuelva a escalar las montañas. «Cuando uno mata no tiene vida… No hay marcha atrás», le dice a Joey. El fin ha justificado los medios, pero la violencia no deja de ser violencia. Se despide del chico diciéndole que su lugar es junto a sus padres.

Shane cabalga de espaldas por un camino idéntico al del comienzo, cerrando un círculo que encierra el advenimiento de nuevos tiempos.

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