(crónica) CINE DE ANTAÑO por Aníbal Ricci Una vez fuimos al Biógrafo a ver una película de un tal Patrice Leconte. El Marido de la Peluquera, se componía de pequeñas anécdotas que definían a sus personajes. Mathilde y el esposo vivían día y noche entre perfumes, mirar por la ventana y bailar danzas árabes, felices dentro del universo de la peluquería. Veían pasar por la ventana sólo lo que querían saber del mundo exterior. Mathilde, en secreto, pensaba que la felicidad y el amor no podían ser eternos. Temía que la alcanzara la vejez y perder el atractivo para su esposo. En el fondo era tan feliz, no quería que el tiempo lo arruinara todo. Se creía incapaz de soportarlo y por eso se lanzaba a las turbulentas aguas de un río. El final era impredecible. Te dejaba marcando ocupado, con los ojos pegados en los créditos buscando al que había compuesto la banda sonora. No me sorprendió que fuera Michael Nyman. La música magnífica, casi tanto como El coci
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