Dirigida por Paul Thomas Anderson © Aníbal Ricci Escenas despreocupadas y un aire de nostalgia situado en Los Ángeles de la década del 70. La reconstrucción de época es simplemente maravillosa, la música es el telón de fondo perfecto para retratar a los personajes. Gary, un joven productor de 15 años, que invita al bar a una chica 10 años mayor, Alana, aspirante a actriz que tiene una vida mucho menos resuelta que la del joven Gary. El título de la cinta corresponde a la manera popular con que se denomina a los discos de vinilo, parecería un fetiche de la época de la adolescencia, pero las escenas están tan bien urdidas, que fluyen naturales entre esas canciones y un montaje que no deja rastros de su hilván. Son imágenes de un color antiguo que flotan ante los ojos del espectador y reflejan fielmente los inseguros pasos de la adolescencia. Esa magia en que creemos estar viviendo una secuencia que no se detiene cada vez que nos levantamo...
Literatura y cine