VOCES EN MI CABEZA
novela de Aníbal Ricci
La mente necesita anclajes, una red para funcionar y en Voces en mi cabeza ese lugar lo ocupa el tren subterráneo, universo con límites donde la psiquis del protagonista se muestra acuciosa para inspeccionar lugares. Las marcas urbanas son necesarias para configurar esa mente extraviada y el personaje buscará figuras conocidas en cada uno de esos lugares.
El extravío tiene un sustrato esquizofrénico: ausencia de afectos y mente compartimentada en distintas personalidades. El Metro funciona como máquina del tiempo, pero los nombres de estaciones remiten a una red neuronal que lo sitúa en parajes específicos.
Las referencias al cine de terror dan cuenta del escenario esquizofrénico, el de la dictadura, y el gen mutante le permite intentar una explicación a ese mundo caótico.
El gen esquizofrénico conlleva temor, pero también conocimiento: el personaje aprende a conocerse y empieza a huir de sus voces interiores.


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