PRONÓSTICOS OSCAR 2021
Por Aníbal Ricci Anduaga
(1) Película internacional: Druk (Thomas Vinterberg)
Los cuatro profesores son amigos y emprenden medio en broma un proyecto para demostrar mejoras profesionales y sociales producidas al mantener ciertos niveles de alcohol en la sangre durante su jornada laboral. El «aquí y el ahora» no sólo los vuelve proclives al disfrute inmediato, sino también los enfrenta al sufrimiento. La película no es una apología nihilista, los personajes pasan del goce a ver la realidad desnuda. Los personajes son llevados a ese presente que representa la eternidad de cada instante, a cada minuto que pasa deberán enfrentarse a las consecuencias directas de sus decisiones, sus actos serán retribuidos o pagarán las consecuencias al instante, los llevará a cuestionarse sus vidas y en cada momento mirarán a la muerte directo a los ojos. No sólo destaca por lo bien lograda, que demuestra una vez más el talento del director Thomas Vinterberg, que antes nos asombró con La ceremonia (1998) y La cacería (2012). Producción danesa que se llevó importantes premios del cine europeo (Bafta, Cine Europeo y San Sebastián).
(2) Documental: Colectiv (Alexander Nanau)
Excepcional documental rumano que aborda las implicancias posteriores a un incendio ocurrido en el club nocturno Colectiv en el que realizaba un concierto de rock alternativo. No es cine de no ficción convencional, el director recurre a una multiplicidad de puntos de vista que muestra los distintos niveles de corrupción de las autoridades rumanas. Una realidad abordada con los recursos fílmicos de la ficción, donde sobresalen personajes (que se interpretan a sí mismos) que a su vez se enteran de otra arista de la realidad develada por artilugios tecnológicos. Hay un sobresaliente trabajo de espejos: las cámaras de los investigadores, los televisores en donde vemos los noticieros, las secuencias registradas por los reporteros, todos esos espejos dan cuenta de la realidad objetiva de un país sumido en el caos. Recuerda de buena manera al tratamiento coral del filme Spotlight (2015), que abordaba una investigación periodística sobre abusos sexuales en la Iglesia Católica. El documental no se centra en los testimonios de los periodistas, sino en las conversaciones desarrolladas al interior del equipo de investigación.
(3) Montaje: Promising young woman
Guion ingenioso, con una edición de imágenes sobresaliente, que brinda muchas posibilidades al espectador para dar cuenta de un tema escabroso, donde el mensaje es rotundo, si participas en una violación, todos son culpables, para esta joven directora no hay espacio para el relativismo moral. Esta ópera prima de Emerald Fennell recuerda el talento innato del canadiense Xavier Dolan para elegir planos, colores, como si no le costara nada filmar las escenas y un repertorio musical que no resalta por su calidad (la mayoría son tontas canciones para adolescentes) pero sí por un perfecto engarce de contrapunto para llevar el sarcasmo a niveles insospechados. El francés Fréderic Thoraval logra un montaje milimétrico que logra interpretar a la perfección las ideas del guion de la propia Emerald Fennell. La directora utiliza paneos envolventes, picados y contrapicados, silencios cuando hay que remarcar la locación (bosque idílico, habitación con decoración de casa de muñecas), recreaciones religiosas para un personaje que de santa no tiene un ápice. El uso de planos fijos es su marca de fábrica, intercalados con un timing envidiable, son planos americanos muy limpios y simétricos que sacan a Stanley Kubrick de su tumba.
(4) Actriz: Carey Mulligan (Promising young woman)
La violación es un tema peliagudo, muy dramático, aunque la directora prefiera navegar en las aguas de la comedia negra y transformar a una actriz encantadora como Carey Mulligan en una persona herida, de rostro inexpresivo, que consigue interpretar a una mujer vulnerable, en permanente estado etílico, persiguiendo a los victimarios mientras se las arregla para colocarlos en el papel de víctimas. Mulligan siempre ha sido versátil para elegir sus proyectos, pero es indudable que el mérito es de la directora para sacarle el máximo de partido a una actuación desgarradora, que en los momentos de tensión sexual opta por el diálogo irónico, nunca queda claro hasta qué punto daña a sus víctimas, aunque hay indicios de que puede llegar hasta las últimas consecuencias. Hay alusiones a otras películas del género de venganza sexual como Hard Candy (David Slade), de hecho, la directora copia planos de manera impecable, pero incluso cuando la protagonista se disfraza de enfermera (de nombre Candy) para vengarse del violador, de pronto pareciera que Nastassja Kinski deja la sinceridad de Paris, Texas (Wenders) para volverse cínica y una verdadera dominatrix frente al victimario que se escuda en su juventud e inexperiencia. La interpretación de Carey Mulligan resulta en un personaje complejísimo, una especie de Caperucita Roja que deambula por el bosque al son de un violín desquiciado al punto de la desafinación.
(5) Diseño de producción: Mank
David Fincher (el director) se vale del talento de Gary Oldman para interpretar a un sujeto difícil como Herman Mankiewicz, de gran talento como escritor, pero que tras el alcohol oculta a un sujeto cínico e irreverente, que los estudios mantenían cerca, ya fuera por miedo o admiración. Sus contrincantes también son complicados: un magnate (William Randolph Hearst) y este nuevo director (Orson Welles) que lo contrata para escribir el guion de Ciudadano Kane (1941). Fincher ofrece un retrato de época memorable, gracias un montaje que utiliza los flashbacks como si se tratasen de piezas de un guion. Detrás de este entramado estilístico hay un homenaje al sustrato del cine: los guionistas. Al igual que en la célebre cinta de Welles, el director se vale de los múltiples puntos de vista para abordar a sus personajes principales. Los créditos iniciales y la música también nos introducen en la ambientación de la película filmada hace ochenta años.
(6) Fotografía: Mank
La fotografía sobresaliente de Erik Messerschmidt, en blanco y negro, con contrastes de luz y sombra al estilo de Orson Welles y lente gran angular para los encuadres panorámicos. Reconstruye la manera de filmar de la época, que posteriormente sería muy utilizada por los cultores del cine negro. Se utilizan picados, contrapicados y travellings envolventes. El resultado rescata ese cine barroco de Welles, siempre jugando con la profundidad de campo, de manera de sorprender al espectador con posturas introspectivas. Mank (2020) rendirá homenaje a los tiros de cámara del Ciudadano Kane: el guionista borracho deja caer la botella, tal como Kane dejaba caer una esfera de cristal al morir.
(7) Sonido: Sound of metal
Un baterista pierde la audición en la previa de un concierto. Su pareja toca la guitarra y el rock experimental se desliza en fraseos desgarradores al ritmo frenético del protagonista. Se produce el desfase entre las imágenes y la ausencia de sonido, la pérdida del oído es dramática para un músico. El director priva al espectador del audio, lo atenúa y lo hace desaparecer. La alternancia de los sonidos reales y los del nuevo mundo del baterista nos sumerge en la mente del protagonista, vivimos su experiencia sensorial con cierta angustia. El director deja soltar su rabia en silencio y al espectador lo somete al tenue sonido del viento sobre la hierba. Esa alternancia del montaje de sonido es delicada, no se trata de una inmersión forzada. Esa brillante edición de sonido hace relucir las imágenes, mediante contrapicados que no apuntan a los personajes, sino a la copa de los árboles, a las nubes que se desplazan con el lenguaje del silencio. Imágenes que manifiestan su propio sonido, una realidad que siempre estuvo al alcance, esperando que el espíritu logre apreciarlo.
(8) Película: Nomadland
Una mujer de 60 años recorre Estados Unidos a bordo de un furgón adaptado para la dura travesía. La película mezcla ficción con historias de verdaderos nómades, pero no pretende enarbolar banderas de denuncia contra el sistema capitalista, simplemente lo insinúa a la pasada, dando a entender que algunos adoptaron esa vida errante por necesidad, pero otros la abrazaron con su alma. La película apela a algo de verdad profundo, habla del despojo necesario a bienes materiales, para viajar ligero de equipaje, para conquistar esa libertad esquiva, ganada con el esfuerzo personal y no impuesta por otros. La protagonista emprende el recorrido, no hay apuro en este viaje, «nos vemos en el camino», mientras prefiere la soledad, la tranquilidad, renunciar a la vida con otro compañero amable y compasivo, porque entiende ese sexo, ese quedarse atada a unos muebles tiene un precio demasiado alto. La mujer ha dejado atrás recuerdos dolorosos y conduce en busca de recuerdos nuevos, con un poco de petróleo va construyendo su vida. Tendrá que trabajar en empleos temporales, pero luego se monta en su furgón, desaparecen los límites y sólo resta disfrutar del silencio. El viaje por la mente de una mujer que solo quiere encontrarse a sí misma, su enrevesado viaje por carretera conlleva otro viaje más espiritual y hace que el espectador experimente instantes de gran profundidad.
(9) Director: Chloé Zhao (Nomadland)
La directora expresa como la naturaleza renace cada día, con nuevos brotes de cactus, el paraje desértico muestra su esplendor. La protagonista ha conducido desde Arizona y vuelve a Nevada a revisitar las instalaciones derruidas de su antigua empresa, la casa abandonada, la mujer incorporándose al encuadre desde una modesta esquina, recorriendo las distintas habitaciones. De pronto vislumbra la ventana, el paisaje y tras cruzar el umbral se suceden planos fijos. Afuera la inmensidad de la naturaleza, la libertad, el cielo se toma el encuadre, cada vez hay más aire y el furgón se interna en ese otro silencio. Hay un perfecto intercalado entre planos generales de la naturaleza con la entereza de primeros planos que se enfocan en la mujer nómade. Los paisajes nos adentran en su mente, una minimalista Frances McDormand, con gestos apenas perceptibles, reencontrándose con otros nómades que arrojan una piedra sobre el fuego para recordar a uno de los suyos.
(10) Guion adaptado: Chloé Zhao (Nomadland)
La película brinda muy pocos parlamentos, pero cuando lo hace expresa una mezcla entre nostalgia y sabiduría. Ese diálogo equilibra muy bien el peso de las imágenes y de la música hipnótica de piano con tintes de violín. La protagonista antes trabajó en una empresa minera que luego de la crisis sub-prime tuvo que cerrar sus puertas y dejar en la calle a empleados que se hospedaban en las casas de la compañía. Retrata un estilo de vida que desaparece, el mercado y la recesión económica hacen que todo se vuelva menos humano. La mujer en el presente vive al interior de un vehículo, carga en su alma la pérdida por cáncer de su esposo. Ella al principio siguió en la empresa para “recordar” ese amor, pero ahora simplemente busca darle un sentido a su vida. Una búsqueda trascendental de la eternidad del instante. La búsqueda que en Druk (mejor película internacional) hacía reflexionar a un hombre en su medianía de edad, en el guion de Chloé Zhao expresa ese disfrute en una experiencia de viaje mucho más cercana a la muerte.
(11) Guion original: Lee Isaac Chung (Minari)
La historia versa acerca de unos inmigrantes coreanos se asientan a cultivar la tierra en un apartado rural de Arkansas. Basada en los recuerdos autobiográficos de Lee Isaac Chung (director), el punto de vista se centra en el hijo menor que observa extrañado como la familia se ha trasladado desde la ciudad hasta el campo. La familia ha renunciado a las comodidades citadinas para ser dueños de algo que les pertenezca. Para estos inmigrantes constituye su propia versión del sueño americano. El minari (hierba medicinal) representa la metáfora del filme, aquello que crece en cualquier sitio sin cuidados especiales, como si la propia familia coreana pudiera adaptarse hasta en el más inhóspito y recóndito lugar. Los ejes fundamentales del relato serán la abuela y el nieto, la primera aporta su sabiduría y el niño la inocencia. El montaje tiene el mérito de hacer pasar como cotidianas las distintas escenas, nada es tan dramático, pero ocurre un incendio que devora el granero y los frutos de la cosecha. La escena emotiva es un travelling que sigue al chico mientras corre, a pesar de su defecto cardiaco, a darle una mano a la abuela, que se sentía responsable de todo el desastre. El ciclo natural volverá a empezar, una nueva cosecha, un nuevo pozo. La historia fluye de forma natural y los personajes conmueven. El espectador asiste a una ceremonia íntima, cuando llegan los créditos algo cálido recorre la sangre. El sueño americano nada tiene que ver con el dinero, sino con el asentamiento de una familia.
(12) Actriz de reparto: Youn Yuh-jung (Minari)
El tiempo transcurre pausadamente a lo largo de una cosecha y a la madre no le convence haberse trasladado al entorno rural. Para cuidar a los niños vendrá la abuela desde Corea, quien desde un comienzo da muestras de su extravagancia. No sabe cocinar, le gusta jugar a las cartas y ver programas de lucha libre. A David y su hermana les extraña que su abuela no haga galletas y que maldiga todo el tiempo. Una mañana, la abuela sufre un infarto cerebral y su movilidad queda bastante comprometida. Luego del evento del clímax, el jefe de familia acudirá con su hijo al lugar secreto de la abuela. «La abuela eligió un buen lugar para plantar las semillas de minari». Ella representa el origen (la que siembra y determina la cosecha) y al final del filme observa a los demás recostados sobre cojines, durmiendo abrazados como una verdadera familia.
(13) Actor: Anthony Hopkins (The father)
Un anciano octogenario que al parecer era muy vivaz y autosuficiente, comenzará a perder paulatinamente sus facultades mentales producto del Alzheimer. El punto de vista es muy nítido: la mente extraviada será la protagonista, a veces conversa con personas que no están presentes y en otras las pláticas cotidianas esconden rumbos de irrealidad alterna con su hija. El espacio físico observa el deterioro del protagonista desde todos los ángulos es un acierto que presenta matices interesantes. Revive sus conversaciones desde distintos ángulos y tiempos y a veces teme que lo echen de su propio departamento. El anciano recorre pasillos cada vez más laberínticos y claustrofóbicos, el director introduce travellings que se asemejan a una película de terror. El departamento empieza a cambiar, desaparecen los cuadros, el agua gotea de la llave hasta que el tiempo se detiene y la casa se vuelve oscura. Despierta de un sueño, lo llama su otra hija que murió en un accidente y la sigue por los pasillos, escucha su voz, abre un armario y se encuentra deambulando por las dependencias de un asilo de ancianos. La mente juega malas pasadas y de pronto la cara de la cuidadora ya no se parece a su hija muerta. La película es muy honesta al representar a este anciano enfermo, mostrándonos sin tapujos la historia del derrumbe mental de este hombre. El tono que le imprime el director a la cinta no cae en sentimentalismos y sobre explicaciones moralistas, la actuación de Anthony Hopkins es sumamente precisa y lleva a buen puerto un guion que se aleja de la dramaturgia. Hopkins actúa con sus recuerdos, con las habitaciones y los objetos, a veces es un viejo simpático con flashes de humor y otras se encuentra perdido frente a la cuidadora, esperando que venga su madre a llevarlo a casa.
(14) Actor de reparto: Sacha Baron Coen (El juicio de los 7 de Chicago)
La película inicia con imágenes de archivo de los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, como muestra de la intolerancia de ese convulso año 1968 y nos sitúa en las protestas contra la guerra de Vietnam ocurridas meses después en Chicago durante la Convención Demócrata. Abbie Hoffman, interpretado por Sacha Baron Coen, fue uno de los 7 de Chicago, acusado de conspirar contra la seguridad nacional. «Cruzamos fronteras estatales con ciertas ideas… por eso nos echaron gases, nos golpearon y nos están juzgando», testifica Hoffman ante el estrado del tribunal. Se trata del fundador de los Yippies (Youth International Party), grupo activista contracultural que luchaba en contra de los excesos de la guerra. Baron Coen da vida a un estrafalario agitador que utilizaba el humor, retrucando la retórica de las palabras y vistiendo ropas extravagantes. El personaje es interesante por su cualidad camaleónica de transitar desde la ironía burlona a una seriedad abismante. El guion le reserva los mejores parlamentos, exigiendo honestidad a sus encarnizados compañeros durante el juicio. Esa ductilidad logra momentos muy emotivos, destacándose dentro de los aspirantes a mejor actor de reparto. Aaron Sorkin (director) juega con los grises y aunque su posición del derecho de protesta es defendida con vehemencia, también muestra los momentos de flaqueza de sus protagonistas. Durante el juicio, el director deja que el personaje de Sacha Baron Coen evoque el discurso de asunción del presidente Lincoln. «Cuando el pueblo se canse de su derecho constitucional a enmendar el gobierno, ejercerá su derecho revolucionario a desarmar y derrocar a ese gobierno». Lo pone en boca del personaje más controvertido de los 7 de Chicago, aquel que agita a las masas y busca la sobrexposición para imponer sus ideas. No sólo es el más revolucionario, es el personaje que aporta el humor irónico, como dando a entender que quizás el propio Lincoln no repetiría esas palabras en un contexto como el actual, donde las redes sociales pueden generar opiniones polarizadas, volviéndolas antagónicas y dejando en punto muerto el respeto al otro. Aaron Sorkin hurga en el pasado y plantea un paralelismo con los tiempos actuales, donde las irrupciones sociales se han multiplicado alrededor del mundo, ya sean los chalecos amarillos en Francia, el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos, las manifestaciones en Hong Kong, incluso el estallido social en Chile, en este último caso, contra los abusos de la oligarquía perpetrados durante los últimos 30 años.
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