Dirigida por Thomas Vinterberg
©Aníbal Ricci
Lo que parte como un experimento sociológico alcanzará ribetes más espirituales, sin referirse tanto a la evolución humana de los protagonistas, sino enfocada en un presente más despiadado, un «aquí y ahora» que los confrontará directamente con los principales ritos de paso de sus respectivas vidas.
Los cuatro profesores son amigos y emprenden medio en broma un proyecto para demostrar mejoras profesionales y sociales producidas al mantener ciertos niveles de alcohol en la sangre durante su jornada laboral.
La película es lúdica y las escenas se van sucediendo con naturalidad, en algún momento hay un paralelismo entre el beber y una buena apreciación musical. Las clases que imparten se vuelven más divertidas y logran interesar a los estudiantes, aun cuando se trate de temas no tan motivantes. Los hace romper el muro de la autoridad y se conectan con sus alumnos a un nivel más humano, dejan de verse superiores (se tornan humildes) y el interés por el bienestar de los demás es evidente. Ahora son más sociables, ya no solo ven educandos, sino que comienzan a vislumbrar personas.
Pero el «aquí y el ahora» no sólo los vuelve proclives al disfrute inmediato, sino también los enfrenta al sufrimiento. La película no es una apología nihilista, los personajes pasan del goce a ver la realidad desnuda. Rompen con los prejuicios, aunque siempre ocultan su borrachera ante las autoridades de la escuela.
Al comienzo sus familias los ven más entretenidos, como recuperando el espíritu de la juventud, pero conforme aumentan la gradualidad alcohólica, ese espíritu lúdico les trae problemas y experimentarán en carne propia su lugar en la familia, qué tan alejados de sus hijos y esposas se han tornado sus vidas.
Cuando llegan a los límites del alcoholismo, unos enfrentan rupturas y otros nuevos pactos familiares, pero ese acercarse a sus verdaderas esencias resultará demasiado peligroso para alguno de los profesores.
El «aquí y ahora» los lleva a ese presente que representa la eternidad de cada instante, a cada minuto que pasa deberán enfrentarse a las consecuencias directas de sus decisiones, sus actos serán retribuidos o pagarán las consecuencias al instante, los llevará a cuestionarse sus vidas y en cada momento mirarán a la muerte directo a los ojos.
Ser alcohólicos los vuelve más vulnerables. La cinta pareciera liviana, pero la realidad estrella a estos profesores contra el muro de la verdad. Ya no pueden eludir el hecho de que se han convertido en sujetos más o menos desilusionados de la vida. Tienen cuarenta años y más, pero este nuevo estado los hace vislumbrar un futuro aciago.
La vida es un cúmulo de decisiones y ahora esas decisiones se tornan dramáticas, sus vidas transitan por nuevos derroteros.
La cinta no elude la tragedia que puede acarrear el exceso, ya no es todo juerga, sino que el bienestar de los hijos, la estabilidad de las parejas, incluso la soledad, alcanzan niveles insospechados.
Drunk (druk, en su título original) significa ebrio según el diccionario, pero en este caso adquiere el significado de lúcido. Estar bebido les hace ver nuevos puntos de vista, pero como ocurre en la vida, cada decisión trae sus consecuencias y el alcohol lleva esa consecuencia a su estado puro, sin distracciones. La rutina diaria deja de ser impedimento para ver la realidad y enfrentarlos a sus vidas mediocres.
El alcohol unirá a estos profesores con sus alumnos, ellos vuelven a aprender de sus estudiantes la importancia de disfrutar el momento, con sus anhelos y sinsabores, vuelven a experimentar esos momentos en que desafían sus propios límites.





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